Tocaron y se fueron. Esa fue la sensación que quedó entre las 80 mil personas que la noche del 19 de septiembre de 2003 llegaron hasta la Pampilla de Coquimbo, para ver el que fue anunciado como el último show con la formación original de Los Prisioneros. Sólo días antes, la prensa nacional se enteró del alejamiento del guitarrista Claudio Narea de la banda, por causas que se ignoraban. Era la segunda vez que el músico se iba, tras la bullada partida en 1990 cuando el grupo estaba dando vida al disco “Corazones”, el último antes de su primera disolución en enero de 1992.
Los Prisioneros llegaron por separado a la Pampilla, sin hacer declaraciones y apenas 5 minutos antes de subir al escenario. Jorge González lo hizo en una van junto a su mujer, al baterista Miguel Tapia, un tecladista invitado y al mánager Carlos Fonseca. En otro vehículo apareció Narea. Ya frente al público, los artistas apenas cruzaron miradas. La única referencia a la partida de Claudio ocurrió cuando Jorge, al final de una canción, manifestó que “como somos una banda de caballeros, no andaremos ventilando nada en SQP o en La Tercera, sino que (los motivos) los mantendremos para nosotros”, pidiendo un aplauso para el guitarrista.
Así transcurrieron 17 canciones, siendo las últimas “Nunca quedas mal con nadie” y “Pa pa pa”. No hubo abrazos sobre el escenario. Aunque minutos después, en backstage, frente a un par de cámaras. Claudio se despidió fríamente de su amigo Jorge, al que había conocido a los 13 años en el Liceo 6 de San Miguel. Habían pasado 2 años desde el mediático regreso, llenando dos días seguidos el Estadio Nacional en 2001. Pero ahora todo se había enfriado de nuevo y parecía que el grupo estaba de vuelta a esos oscuros momentos de 1990 en adelante.
La gente quedó con sensaciones encontradas. Por un lado, todos corearon y bailaron como siempre las canciones como “Sexo”, “Quieren dinero” o “Paramar”. Pero llamó la atención la frialdad de los músicos entre ellos y había una notoria desazón porque Narea ya no seguiría con ellos. En rigor, Los Prisioneros siguieron tocando como banda hasta febrero de 2006, sólo con González y Tapia, más músicos invitados. Pero el añorado trío, el que marcó a una generación con “La voz de los 80” y “Pateando piedras”, se acababa para siempre. Y por lo menos hoy, a 10 años de ese momento, se ve imposible un regreso.
Pero la Fiesta de la Pampilla fue sólo el punto de partida de algo aún más potente, que desencadenaría en una de las conferencias de prensa más recordadas de la historia del rock nacional. Narea entregó una carta donde se explayó sobre su alejamiento. Días después, ya en Santiago, González y Tapia (acompañados por el músico Álvaro Henríquez), fueron consultados insistentemente sobre este asunto por lo periodistas, hasta que Jorge explotó y botó al suelo todos los micrófonos y grabadoras, retirándose furioso de la conferencia.
LA FRASE
Ya en la etapa de preproducción (del disco nuevo) le manifesté a Jorge mi preocupación por composiciones que me parecían sin la calidad que yo recordaba en él
Guitarrista de Los Prisioneros
La carta de Narea
“A los medios de comunicación y a los seguidores de Los Prisioneros: Me veo obligado a redactar este comunicado tras una semana de especulaciones sobre mi salida del grupo Los Prisioneros. Anoche, en la Pampilla, ofrecí mi último concierto junto a la banda. Creo que ya no hay razón para guardar silencio sobre las razones de mi partida”.
“No quiero dejar a cargo de mis ex-compañeros la versión oficial sobre estos hechos. Tampoco que mi silencio confirme tácitamente las livianas teorías que hoy atribuyen todo a simples diferencias musicales o a que ya hemos rentabilizado suficientemente nuestro reencuentro. Muy por el contrario: Creo que tengo la misma autoridad de Jorge y Miguel para dar a conocer las circunstancias de mi salida y analizar el desarrollo del grupo durante los últimos dos años”.
“Es, creo, mi obligación moral desmentir el sinfín de versiones que circulan, mucho más cuando mi salida de Los Prisioneros no responde a una decisión voluntaria y personal, sino a que Jorge González me ha pedido que deje de tocar junto a la banda”.
“Este despido me fue comunicado el día 18 de agosto, en el marco de una reunión a la que fui convocado por Jorge y Miguel. Sin mediar diálogos ni discusiones, Jorge González me comunicó, simplemente, que ‘no queremos tocar más contigo’. Me acusó de querer sobresalir y de comentar con amigos mis problemas al interior del grupo. Estaba especialmente molesto por una entrevista que concedí en junio al diario Las Últimas Noticias, a pesar que se trató de una conversación sobre asuntos personales en la que no revelé ningún tipo de infidencia sobre la banda. Nuestro manager, Carlos Fonseca, no participó de esta reunión. Más tarde, Jorge y Miguel le comunicaron su decisión”.
“No he tenido más alternativa que acatar esta decisión unilateral, anclada en subjetividades. Hace mucho tiempo que vengo tocando con una herida en el corazón. Diría que los problemas al interior del grupo se arrastraban desde fines del 2002. Cuando acepté formar parte de esta nueva etapa de Los Prisioneros, lo hice con la convicción de que retomaba mi lugar junto a mis antiguos y queridos compañeros, continuando así el trabajo musical que comenzáramos en nuestros tiempos escolares. Fue un primer año gratificante, en lo musical y lo personal. No fue sino hasta el trabajo para nuestro disco que aparecieron las dificultades”.
“Ya en la etapa de preproducción le manifesté a Jorge mi preocupación por composiciones que me parecían sin la calidad que yo recordaba en él. Le solicité más plazo para poder trabajar yo también mis propias canciones. Pero él no lo consideró necesario. Aunque me aseguró que el disco saldría “cuando todos estemos conformes”, yo la sentí -y la sigo sintiendo- como una edición apresurada”.
“Intolerante con las críticas hacia su trabajo, Jorge tomó mis comentarios como un ataque personal. Nunca consideró mi genuino interés por hacer de este disco el mejor de nuestra carrera. Es cierto que el tiempo ha ido ampliando nuestras diferencias musicales, pero precisamente éstas podrían haber potenciado un trabajo de elevada colaboración al interior de la banda. Pero Jorge optó por una actitud intransigente y excluyente. Me decía: ‘La gente espera que yo haga las canciones y cante, y que tú toques la guitarra’. Al lado de un cantante soberbio y de un baterista que jamás lo ha cuestionado, me fui quedando solo al interior de este trío”.
“La lógica autoritaria de Jorge era algo que me acomodaba en mis inicios, pero con el tiempo se hizo insostenible, en la medida que yo fui acumulando experiencias y me sentí con más seguridad para opinar en materias artísticas. Hoy me siento profundamente decepcionado de mis compañeros, los cuales han preferido dejarme de lado antes que resolver nuestras diferencias. Durante este proceso de tensión creciente, pensé en un momento retirarme. Efectivamente, lo comenté con un par de amigos (algo completamente normal en cualquier trabajador). Pero, finalmente, decidí que no sería yo quien rompiera esta unidad y esperé durante meses una conversación conciliadora para la cual ya es demasiado tarde”.
“La de anoche ha sido mi última presentación como integrante de Los Prisioneros. Les aseguro que no habrá nunca más conciertos del trío original ni colaboraciones entre nosotros. Es Jorge González quien ha tomado la decisión de sacarme del grupo y no me interesa retomar el trabajo con una persona que viene basando su liderazgo en la total ausencia de diálogo y en el mal trato hacia su equipo”.
“Es muy triste terminar así con una banda tan querida, pero no hay más opción. Pese a todo, no puedo negar mi legítima admiración y orgullo por lo que pudimos desarrollar juntos. Sigo creyendo que, junto a Jorge y Miguel, realizamos un valioso trabajo que no hubiese sido posible sin su talento y compromiso. Agradezco el enorme cariño que me ha entregado el público durante todo estos años, y lamento la tristeza causada a todos nuestros fans por nuestra separación. Confío en que apreciarán y respetarán la total franqueza por la que he optado al escribir estas líneas”.
La realidad actual del trío
Hace algunas semanas, Miguel Tapia y Claudio Narea regresaron a la región, ofreciendo un show en un recinto de Peñuelas. Ambos se encuentran desde hace un tiempo trabajando juntos como dúo, tocando temas propios y además recreando clásicos de Los Prisioneros. Antes incluso se habían presentado en otros escenarios de la región como la Plaza de Armas de Vicuña y la gira de la última de la Teletón, en La Serena.
Por su parte, Jorge González retomó su carrera como solista editando en febrero de este año su disco “Libro”, con canciones más íntimas y alejadas del aspecto social que lo hizo famoso en Los Prisioneros. Ese mismo día actuó en el Festival de Viña del Mar, donde llamó a Michelle Bachelet a cambiar la Constitución si salía elegida otra vez como Presidenta.